Tiempos especiales,
tan únicos,
para bien
o mal están siempre,
haciéndonos
quienes somos y
en la
memoria de nuestra piel:
Cuando
raspamos las rodillas
primer día
de escuela, vacaciones,
aquel
beso y aquella despedida,
los niños
nuestros o los ajenos
una
mirada y sonrisa cómplice
un baile,
desilusión, encuentros.
Pasa el
tiempo y cada momento
se
convierte en soplos al viento
o copos
de nieve en el cabello,
agua que
cae de las pupilas…
escribiendo
nuestra historia
de
muertes y nacimientos,
con mirada
perdida en el espacio
ocupada
en cazar momentos y,
de
pronto, entendemos que hoy,
llorando de amor,
es el mejor tiempo…
Mónica Ivulich
D.R.2017Fr.
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