En su mesita de noche, los libros
arrojaron marcapáginas, sombras recónditas y palabras ulceradas de un adiós
irrevocable.
Se fue con la última curda,
dejando estela de risas y lluvia de poesía.
Dio el esquinazo al dolor y la
melancolía de un invierno más.
-“Les regalo mi dolor y mi perfume”-
susurró al partir…
En su copa de champagne había
burbujas de sol.
Con el filo de una estrella cortó
amarras, tejió sus alas y enfiló hacia el horizonte sin fin, al abismo de su
propia ausencia, hacia el bostezo de algún dios…
Mónica Ivulich
DR2017Fr
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