Alguien contó que la niña loba que conocí ya no existe. Desapareció.
Otros aseguran que paso dando la cara al sol, acostada en un
barco por la costa del Mercado de Frutos de un país del Sur.
Algunos la vieron hacer una cueva bajo un médano de la playa
serena, antes que se volviera brava.
Hay quienes dicen que la vieron desintegrarse en su intento de
lamer la luna.
Aunque otra versión es que la luna la abrazó y no se la vio
regresar.
Lo cierto es que mi niña-loba ya no está.
Me he cansado de hurgar en las calles viejas y en avenidas
congestionadas, y no la pude encontrar.
Mi niña-loba quiso crecer, quiso dicen, mas no pudo resistir a la
tentación de aullar y correr libre, sin reclamos ni ataduras.
A veces, creo que pasa silbando frente a mi puerta. Son ilusiones
de un tiempo sin tiempo.
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imagen de la red |
Mónica Ivulich
DR2017Fr.
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