Llueve en mi ventana y miro tras el cristal, bebiendo té
Algo también llueve en mi pecho, suave como garúa (*)
miro las nubes grises como mi pelo y sonrío a mi reflejo
un buen momento para recapitular, intento organizar:
Llegando a la adolescencia sentí un impulso místico
“se hará monja” decían las voces y pensé que eso sería
Me alejé de las religiones cuando no hallé respuestas
y, también, por las hormonas que imponen sus órdenes
Luego, se me antojó lo mejor, bregar por la igualdad
por los derechos de todos a recibir sano alimento
tener dignidad, un techo y acceder a una educación
Cuando en una reunión dijeron: “tomen las armas”
sonó una alarma en mi conciencia inmadura…
no era esa la manera de concretar un fin elevado.
Los ideales quedaron atrás después de las decepciones
y llegando mis niños no me dediqué más que a filosofar
a cargar biberones, trabajar y a jugar con mis pequeños:
una etapa bien vivida que me regaló ternura y madurez
Decidí cambiar el Sur por el Norte a ver si encontraba paz
en un país desconocido, que no amaba, al que iba por descarte,
y, después de todo, me dio estabilidad económica, amistad,
allí encontré la espiritualidad que no sabía estaba buscando
Extraño ha de parecer en un país tan metálico, más allí fue
donde lo supe: si quieres cambios, tu actitud has de cambiar.
Crucé el océano hasta que me quedé, aquí, del otro lado
sabiendo que los ideales son papeles que vuelan con el viento
ideología no implica experiencia ni saber, solo se quiere
poder
por no poder entrar en razón, por buscar medios para su afán.
Pero de última ni el pobre se beneficia ni el obrero se libera
y
el mundo sigue girando en base a números no a corazones.
Miro hacia el pasado, mientras miro llover, buscando sentidos
reviso mi historia y hallo tantos altibajos, aciertos, errores
y
pregunto cuántas vidas he de tener para dar fin a lecciones.
Que para templanza he tenido dolores de muchos calibres
las pérdidas no fueron pocas y aún no aprendo, no crezco.
Será por la retribución de agraciada familia, de amistades.
Cosa de vieja mirar para atrás si puedes disfrutar el
presente,
La lección requiere esfuerzo: no juzgar, ser incondicional… es
tal vez, el mensaje de la lluvia dando humildemente su ofrenda
sin contar las gotas ni contemplar resultados, sabio chubasco
a veces rocío, diluvio o chaparrón, siempre cae vertical. Hoy
cerraré mi ventana agradeciendo por igual llueva o haga sol.
Mónica Ivulich, DR2016Fr.
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