viernes, 12 de julio de 2013

Linyera - señor


Muy de vez en cuando, en noches de verano, mientras charlábamos y nos tomábamos ‘una última copa’ con mi amiga, escuchábamos gritar en la calle. Por la ventana abierta entraba ese casi aullido… “¡Viva Perón!”  Parecía una maldición o un insulto por la forma grotesca y seca de  gruñirlo.   

Ella sonreía y con tiernos ojos verdes miraba hacia la noche… -“esta borrachito”- decía.

Le causaba ternura aquel hombre barbudo, con traje sucio y rasgado, camisa cuasi blanca que dejara su albor en bancos de plazas oscuras.
 

Algunos le llamaban linyera, pero si le hablaban directamente le decían señor.

Algunas veces tuve que esquivar a aquel indescifrable personaje que se sentaba en el umbral de la casa de Coronel Díaz y Las Heras a tomar mate. Escondía el mate y bombilla bien limpios junto a la yerba, en un rincón del lobby del edificio, los vecinos lo ignoraban o hacían la vista gorda, era inofensivo y educado el hombre.

Nunca se le vio pedir más que agua caliente en una lata vacía, para su mate… de todas maneras le regalaban pan, fiambre y, tal vez, alguna comida. Llevaba el cabello muy peinado, tirado hacia atrás, un poco largo. El peine y un pañuelo agrisado por el uso, eran parte de sus pocas pertenencias.

Un día lo vi limpio, con el cabello más corto y de mal humor.

Mi amiga me dijo en voz baja: -“Seguro que la familia lo vino a buscar otra vez, cada tanto el hermano lo lleva a la casa y lo pone presentable, pero se les escapa.”

Me enteré por ese entonces, que había sido un gran ingeniero, que construyo puentes y edificios famosos, al punto que la reina de Inglaterra lo condecoró.

Tenía, en aquella época,  toda la felicidad, el amor y los bienes imaginables… hasta que en un accidente perdió a su esposa e hijos, únicamente se salvó él. Un episodio tan brutal que, mentalmente, no lo soportó. Renunció a todo, incluyendo su brillante carrera, su cordura y hasta su presencia. Sólo conservó un gesto de dignidad: no mendigaba.

Aquel día, llegué contenta y apresurada al edificio de mi amiga.

El lobby se alumbraba con la luz proveniente de una gran claraboya, de esas que muchos edificios antiguos de Buenos Aires aún conservan, por lo que la iluminación dejaba que desear, pero yo traía las manos ocupadas con las compras y no encendí la luz, igual, acostumbrando los ojos que estaban inundados de sol, vería lo suficiente en pocos segundos.

Cuando pasé la segunda puerta una sombra me alertó. Era un hombre frente al espejo, pero no parecía en actitud amenazante, estaba, simplemente, viendo con atención su propia figura reflejada en ese agujero dimensional que formaba el gran espejo sobre la pared.

Me dirigí a la puerta del ascensor y pulse el botón, fue entonces fue se percató de mi presencia, giro apenas la cabeza hacia mí y siguió la inspección de si mismo, sin inmutarse. Los ojos negros del linyera-señor miraban hacia otro tiempo y lugar.  

Con el rabillo del ojo pude observarlo: se acariciaba las piernas lentamente mientras se miraba, sin malicia y con curiosidad, tenía el pantalón bajo, hasta las rodillas y lucía unas medias femeninas de encaje negro.

Una estampa asombrosa, pero más increíble es que la memoria, después de treinta años, me la traiga de vez en vez hasta obligarme a escribirlo.

Monica Ivulich (derechos reservados)

9 comentarios:

  1. desde FACEBOOK
    Guillermo Echarri Iritano · Friends with Nelson Jose Ponce Gonzalez
    Precioso, Mónica!!!!! Súper Emotivo!!!!! Muchas Gracias!!!! comparto

    Isabel Mendieta Rodríguez De bonita que es merece que escribas la historia, y con tu delicadeza has removido todo. Es increíble la de vueltas que da la vida y como en cuestión de segundos todo cambia. Me ha gustado mucho Gracias por etiquetarme. Un abrazo

    Cielo Donís bueno

    ResponderEliminar
  2. Que historia mas impactante, emotiva y desconcertante a la vez, ya que el, en su poca o mucha lucidez, encarno en su piel el recuerdo de su esposa, reflejado en las medias de encaje negro de mujer, preciosa historia Monica, y tan impresionante, que te quedo grabada, las vueltas que nos depara la vida, son inciertas muchas veces.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Asi es amiga, desconcertante... me impresiono pero no lo juzgo... Gracias por tu comentario!

      Eliminar
  3. GENIAL E IMPACTANTE COMO SIEMPRE AMIGA... REFLEJAS TODO DE UNA MANERA SENSIBLE, FACIL Y SOBRE TODO CON AMOR.... ME GUSTO!!!

    ResponderEliminar
  4. El ser humano, a veces reaccionamos de formas "racional" social o "antisocial" delante de un sistema muy social. Impredecible somos, in aceptadas, son muchas las persona inteligentes, que reaccionan más con el alma "loca" delante de la in cordura de esta vida. Cualquier detalle que nos haga volver por un segundo a aquella percepción anterior y dentro de aquella normalidad, nos permitirá por un segundo a ser otra vez, una décima de segundo feliz.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Son elecciones sorprendentes, nadie puede decir si acertada o no... verdad? gracias por tu aporte.

      Eliminar
  5. Buena historia me ha recordado la de un clochard que conoci en León, algo similar. Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si Mabel, tantas historias rodando por las calles de la angustia, gracias por pasar y adorner mi blog.

      Eliminar