El
cielo se va abriendo
En
un bostezo de niebla
La
campiña francesa
Se
mece al compás del tren
Y traquetea
el recuerdo…
cuando
mi madre vaticinó
mi
camino seguro al averno
Y en
el tártaro ya estaba
Sin
rescate ni clemencia.
Aquellas vacas tan níveas
sobre extensa hierba verde,
paisaje
agrisado por la bruma
Y
abrazo el tiempo del abismo
Perpetuando,
recapitulando
los
ojos claros esclavizantes
Y esos
dedos ávidos, dibujando
la
senda de placer y tortura
Detrás
del vidrio del ventanal
corre
un fondo de campo galo,
y se
calma mi alma, lloviznando.
Mónica Ivulich
Derechos reservados
2013
Imagen: Google
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