Ahmed y Morayma visitan Marrakech. Buscan
los carpinteros más refinados para que confeccionen los muebles para el hijo
que crece en el vientre de Morayma.
La
predicción de que será varón los hace felices, es decir: más aún.
Han paseado muchas veces por los bellísimos
jardines de Marrakech y, cada vez, admiran las plantas exóticas de su
propio país, así como las de otros lejanos horizontes tropicales.
Hay cactus enormes y flores de variados colores, algunas cambiaron su color
original después de varios injertos o ingeniosos tratamientos. Es un paseo
particular y les llena de placer.
Morayma y Ahmed son absolutamente felices
uno con el otro. Ríen y conversan de corazón a corazón. Además, Morayma tiene
una belleza exótica y delicada. Sus maneras y voz suaves, sofisticadas, hacen
de ella una joya del desierto. Es la esposa favorita de Ahmed, la única que lo
acompaña fuera del campamento.
Por otro lado, Ahmed le tiene una confianza
total cuando de relaciones públicas se trata. Ella habla con ricos y pobres,
mujeres y hombres, niños y ancianos de una manera agradable al oído de cada
uno.
Ella es la que compra ropas, joyas y todo
lo necesario para las otras esposas de Ahmed. Son esposas que el protocolo
obliga, para acrecentar el prestigio de su marido. Él necesita un harem
acreditado debido a su posición y por la herencia que recibirá.
Ahmed está enamorado y se siente orgulloso
de su esposa favorita, Morayma, de su criterio en todo, de su sentido de
justicia y de los valores morales que manifiesta y comparten. Se aman
profundamente y han formado una tribu unida, próspera y fuerte.
Un séquito los rodea. Delante la guardia
con camellos y de a pie. Detrás el hermano de Ahmed, Abdul. Un joven elegante y
culto que pronto tendrá edad de encontrar a su primera esposa. Luego un grupo
de asistentes, también las hermanas y amigas de Morayma.
El medio hermano de Ahmed y Abdul, Mustafá,
les sigue, su harem está también formado por bellas muchachas, aunque ninguna
le hace totalmente feliz. Es hijo del mismo padre de ambos, pero de diferente
madre, la tercera del harem paterno. Los otros medios hermanos han formado más
tribus y conviven en paz. Todos son gente de negocios que viven en
armonía, ayudándose mutuamente.
Según la ley, cuando el padre muera, Ahmed
recibirá la mitad de las riquezas del mismo y los otros hermanos se dividirán
la mitad restante.
El futuro es brillante para Ahmed y él
reparte su alegría y amor entre los hijos, las esposas, la familia y los
súbditos.
Morayma
se siente algo mareada por el calor y Ahmed detiene la pequeña caravana para
tomar té y descansar. Hará que las asistentes atiendan a su esposa, que le
laven las manos, el rostro, los pies y le unten aceites aromáticos.
Se arrodillan los camellos y el pueblo
detiene su actividad. Admiran al joven y elegante príncipe, tan solícito con su
esposa.
Mustafá hará un gesto de desagrado e irá a
buscar a sus amigas con las que gusta ir de juerga y gastar el dinero que le
asigna Ahmed por acompañarlo, seguramente algunos amigos de Marrakech se le unirán
para divertirse juntos.
Ahmed ordena acampar para que Morayma pueda
descansar. Los sirvientes que venían detrás de la caravana pasan el séquito
principal y buscan un lugar protegido. Abdul y parte de la guardia se harán
cargo de los preparativos y controlarán que el campamento esté en orden. Como
siempre, prescindirán de los servicios de Mustafá. Algunos de los hombres de éste
se prestarán para instalar las tiendas.
Morayma asegura estar bien, pero Ahmed hace
llamar al médico, quiere que la pueda revisar en cuanto estén instalados en la tienda
central.
Tomada en Marruecos, 2014. |
DOS
Simone conoció a Francis hace un año en una
reunión. Después han conversado por teléfono y han dialogado por internet.
Ahora Simone siente una fuerte atracción
por Francis. Le gusta su forma de ser, sensata, cálida, sensible… ojos
profundos y evasivos, con un misterio ancestral que le revolotea en los labios
y la frente…
Recuerda cada gesto desde el único día en
que se vieron, un año atrás. La forma de reír de Francis, de mover la comisura
de los labios como si le aletearan, de encender el cigarrillo y sostenerlo con
leve estremecimiento. Detalles que no se le escaparon a pesar de no prestarle atención
consciente.
A Francis le encanta la calma y seguridad
de Simone, se siente protegida cuando hablan.
Deciden verse, para lo cual, Simone hará
una escala de dos días, antes de partir a sus vacaciones. Toma un avión por
casi dos horas. Esta visita será un encuentro para reconocerse y saber si
realmente hay algo más que atracción.
Francis dijo: -Probemos si hay química ¿sí?
A Simone le hace gracia este planteamiento.
Encuentra en la ternura de Francis un oasis a su constante pensamiento
inquieto.
Bromea diciendo: -Si no aprobamos Química,
trataremos de hacerlo con Física ¿verdad?
Francis teme perder su amistad si no
funcionan como ‘algo más que amigos’, pero, Simone la calma prometiendo que nunca
dejarán esa relación en el plano que sea.
TRES
Mustafá volverá ya entrada la noche con
varios de sus seguidores.
El campamento está en silencio, reina la
calma; solamente algunos guardias quedan en pie, apostados en lugares
estratégicos. Ninguno de ellos advierten el brillo de los ojos ni adivinan el
pensamiento de Mustafá. Únicamente notan que sus escoltas son más numerosos de
lo acostumbrado. No les llama la atención que todos lleven turbante negro y
amarillo, están acostumbrados a las excentricidades de Mustafá.
En la jaima, o carpa, central Ahmed unta el
rostro de Morayma con aceite de Argán, masajea los brazos, hombros y el pecho
con esencias de lavanda.
Sonríen y hablan del futuro. Vuelven a
repasar los nombres que el astrólogo les dio como posibles según las fechas en
que nacerá el niño. Se miran con amor profundo.
CUATRO
Francis y Simone se abrazan sin pudor, con
pasión, se sorprenden de ese sentimiento mutuo, súbito, descabellado y se ríen
de la situación tan bella como sorpresiva.
Solo hay una traba llamada distancia.
Simone acaricia el rostro de Francis incontables veces. Se arrepiente de haber
planeado ese viaje al desierto con sus amigos. Francis insiste en que debe ir,
asegura que si el sentimiento es real, se han de reencontrar pronto. La
despedida es ingrata pero esperanzada.
Simone vuelve al aeropuerto con felicidad y
zozobra mezclados. Va hacia un país que deseaba conocer desde hace varios años. Al mismo tiempo, está dejando atrás la persona que quiso encontrar toda la vida.
Se había hecho una idea por las conversaciones, conoce a Francis íntimamente por teléfono y por internet, pero ahora sabe que sus pieles y sus almas pueden fundirse como si fueran pareja desde siempre. Es más, si su razonamiento no lo hiciera detener diría ‘para siempre’.
Se había hecho una idea por las conversaciones, conoce a Francis íntimamente por teléfono y por internet, pero ahora sabe que sus pieles y sus almas pueden fundirse como si fueran pareja desde siempre. Es más, si su razonamiento no lo hiciera detener diría ‘para siempre’.
Francis preguntará: - "Y ¿tú me quieres?"
Simone la mirará a los ojos: -"Creo que te
amo".
Simone llega a Marrakech con una sensación extraña.
Por primera vez no disfrutará de una ciudad que está lista para ser descubierta en sus vacaciones, no podrá
apreciar la arquitectura exótica, ni la música, nada tiene sabor excepto llamar a
Francis quien le ruega disfrute por ella también.
Al cuarto día, Simone parte hacia el
desierto y logra apreciar la belleza del paisaje… piensa que sería tan lindo
casarse allí con Francis. También empieza a dudar de si se estará volviendo
demente, está soñando con casamiento, algo que siempre
rechazó y ahora… es que ¡recién conoce a Francis!!!
Después de tres días de camino, aparecen
las tan mentadas dunas. Esa noche pernoctarán en un hotel para salir en
camellos al día siguiente y dormir en carpas, que allí llaman jaimas.
Caminan desde la puerta del hotel hasta la
duna más cercana, el silencio se impone, vuelven a cenar con la puesta del sol.
El hotel es maravilloso, Simone le escribe
notas a Francis, en su mente le cuenta lo que está viendo… quiere mandarle un
mensaje electrónico, pero, le dicen que acaba de romperse la antena por la
tormenta del día anterior y no habrá internet por el día, tal vez mañana…
“inshalá” dicen en su idioma significando que si dios quiere… ojalá.
Simone apenas prueba bocado, la exótica
comida se le antoja insulsa y su estómago está apretado. Se siente desganado,
sin alegría.
Le instan a nadar en la piscina. Pero
declina la invitación para el día siguiente, no se siente con fuerzas.
Cae en la cama como un títere al que le
cortaron los hilos en plena danza. Aprovechará el silencio mientras todos toman
sol y nadan o retozan en el agua fresca.
Mira por la ventana y las dunas le
devuelven la figura de Francis, lejana, vestida como una árabe del siglo
pasado. Sin querer se escucha diciéndole “habibi” (el guía le ha dicho que
significa querida, mi amor). Es una palabra que se le hace dulce y entrañable
en su mente y corazón.
Repite su nombre, repite habibi.
Llegan sus compañeros a dormir y hacen ruido: la ducha,
los comentarios, las cortinas que se corren, las luces que se encienden, todo
es molesto y todo es lejano, remoto, ajeno.
La brisa desde la duna entona una melodía
de saudades. Por alguna razón, no logra sentirse cerca de Francis. Es como si
estuviera del otro lado del espejo. No logra abrazarla en sueños como cada
noche. Se revuelca en la cama, sale a ver la luna, se frustra con el cielo nublado. Repite el nombre
de Francis hasta un amanecer que llora ausencia.
CINCO
La voz de alarma corre por el campamento.
Despiertan a Abdul y le gritan que serán atacados, que advierta a Ahmed. Abdul
toma sus armas y los sirvientes lo visten rápidamente.
Hay nerviosismo por doquier. Ahmed es
avisado y él retira la cabeza de Morayma de su pecho, la acomoda con dulzura
sobre las almohadas. Abdul y los sirvientes esperan a que cierre los velos que rodea
la cama y se acercan para asistirle y comentar las novedades.
Morayma escucha el movimiento y, con
premura, se envuelve en un sayo preguntando sobre los incidentes. Ahmed corre a
calmarla: –“¡Volveré pronto! Hay una posibilidad de ataque enemigo, no te
preocupes…no será nada serio...”
Morayma: - “no es necesario que vayas tú,
no me dejes, ni dejes a tu hijo. ¡No te vayas!
Ahmed: -“Volveré pronto amor, habibi…”
Aun las lenguas de oscuridad lamen las
telas de las jaimas, cuando los hombres de a caballo o en dromedarios parten
hacia donde el guardia señala que ha visto enemigos. Mustafá y sus hombres se
unen a ellos con rapidez.
Ahmed se ha cerciorado que Abdul y otros
centinelas armados rodean la jaima donde Morayma quedó angustiada y protegen el
campamento en general.
Se alejan hacia unas colinas en dirección a
Algeria, y entran a un camino oscuro de lava, flanqueado por paredes
montañosas. Es allí donde Ahmed se da cuenta que su montura está floja y que
pierde el equilibrio, se sujeta con ambas manos a la crin de su caballo.
En la caída siente que alguien lo sujeta
por el hombro al tiempo que el filo helado de una daga le corta el cuello. No es el
dolor del corte lo que le angustia sino el recuerdo de Morayma, sola, en la
tienda de campaña. Perder a su esposa es peor que perder su vida. Se desvanece
después de reconocer el brillo nefasto de los ojos de Mustafá.
No podrá ser testigo de cómo decenas de
flechas atraviesan el pecho de sus hombres, de todos los que no llevan turbante
amarillo y negro.
SEIS
Simone no puede con su cuerpo, el perder
contacto con Francis lo hace entrar en una zozobra cercana al pánico. Por la
mañana aceptará el tour por las dunas para ver cómo viven los beduinos
actuales. Pero, esta excusión apenas le calmará. Su único deseo es volver a los
brazos de Francis.
Como siempre que tiene angustia, un dolor
de garganta lo hace quedar sin voz.
Esa noche irá a dormir en una jaima y lo que más ansía es
pasarlo pronto para llegar a la ciudad y estar más cerca de Francis.
Su cámara de fotografías se estropeará,
dicen que las cosas se parecen en algo a su dueño. Por alguna razón todas sus
pertenencias tienen un aspecto decadente, vetusto y triste.
Se encuentra en un estado neutro como si su
mente y todo su ser se hubiera congelado.
El desayuno le dará nauseas simplemente con mirarlo y sólo
probara el té, no cree poder tragar ni un bocado.
SIETE
Morayma llora y besa los pies de su amado. Lo han traído, como a todos los demás heridos o ya muertos, colgando sobre sus monturas, la cara roja de sangre.
Morayma implora a los dioses, tambien pide a Abdul
que mande un mensajero de urgencia a buscar a su madre, su
tristeza es profunda.
El médico lo ha cosido y le ha untado cremas medicinales. Pasan el día y la noche en curas y rezos.
Al amanecer llega otro mensajero. Tamara,
la madre de Morayma vendrá con su séquito y sanadores.
Abdul se encargará de que levanten nuevas
jaimas, una estará cerca de la central para Tamara y sus asistentes, otra para
el séquito y guardias, más alejadas y, la tercera, será para los sanadores que
requieren atenciones especiales.
Mustafá tendrá reunión permanente con sus
hombres. Debe hacer preparativos para los acontecimientos por venir.
Tomada en el desierto de Marruecos, 2014. |
OCHO
Los camellos se menean atravesando las
dunas. El aire cálido, el paisaje monótono y la mala noche pasada por Simone le
hacen adormecer. Solo los gritos en árabe y berebere le mantienen en vilo.
Tiene la sensación de que el sudor le baja por la espalda y por la cara como en
catarata. Es un calor extraño que por momentos parece frio.
-
“¿La
primera vez?” escucha que una voz femenina le pregunta y asiente con la cabeza.
Dos bellos ojos lo miran y Susana le sonríe
y se presenta. Como desearía Simone que esa sonrisa fuera de Francis.
Se pasa el pañuelo por la cara y ve
aparecer un campamento. Colores oscuros son prevalentes y lo sorprende. Él
pensaba en tiendas blancas, de alguna manera este colorido le da una especie de
tranquilidad y piensa que son más reales que las que él había supuesto.
Lo reciben con té, whisky marroquí, bromean
mientras él piensa que no es congruente tomar algo caliente con ese tremendo calor.
Sin embargo, le dicen que es refrescante.
Hay músicos con instrumentos de percusión,
típicos de la región.
Cuando llega a su tienda se recuesta y
adormece. Francis aparece en sus sueños bailando al compás de los tamborines e
invitándolo a unirse al grupo. Simone se incorpora y abraza a Francis en una
unión donde el cuerpo de los dos se funde, se sienten juntos desde siempre en
forma sutil e ilimitada…
NUEVE
Ahmed yace sin dar respuesta a súplicas,
oraciones, medicinas. Su suegra llega con hierbas y curanderos que tocan música
de un África lejana y misteriosa…
Tamara abraza a Morayma que tiene expresión
de tristeza y miedo. La madre le toca los ojos, la boca y la obliga a sonreír.
La mira fijamente y Morayma se da cuenta del mensaje, debe ser optimista.
Asiente y suspira.
Tamara besa la frente de su yerno y, como
dando una orden dice: -“¡Mi nieto no nacerá huérfano! Mi hija y su progenie no irán
a parar a un harem extraño. Te sanarás.”
Vuelve
a salir y da la orden a los curanderos. Entonarán sones, músicas y plegarias
durante toda la noche. Los instrumentos de percusión dan una cadencia mono-fónica.
Las voces se alternarán cantando a su dios e implorando salud.
Al amanecer Ahmed emite un sonido de dolor.
Nunca se sabrá si es por la herida, por la traición o por no poder ver a
Morayma a su lado. Ella corre junto a él besándole los ojos y la frente…
-“Habibi, habibi…” repite con amor infinito.
Tomada en el desierto de Marruecos, 2014 |
DIEZ
La
noche pasó, Simone sonríe, sabe que volverá a Francis sin temor, los temores
fueron tragados por el desierto, la arena purificará cualquier recuerdo de
antigua soledad.
El
camino será amable desde que entiende que van a una ciudad donde hay internet y
teléfono. La incomunicación se terminará en breve.
Sabe
que Francis lo espera con ansiedad y el amor le crece en el pecho.
ONCE
Ahmed
logra tragar la poción que su suegra le preparó, Morayma se la va dando con sus
dedos y su amor, mientras lágrimas de gratitud ruedan por su pómulos, por esta
mejoría de su esposo.
Tamara
sabe que el destino hubiera sido nefasto para su hija y nietos junto a Mustafá,
quien le seguiría en el puesto de jeque de la tribu, ya que Abdul no tiene aún
edad. Mustafá heredaría propiedades de Ahmed, autoridad, ejército y harem.
Ahmed
logra tocar a Morayma. Por señas se hace entender para que le den lo necesario
para escribir.
Primero,
con trazos débiles y luego más decididos, escribe a Abdul informándole lo acaecido
y señalando a Mustafá como responsable.
Segundo, escribe que quiere ver a su medio hermano prestamente.
Mustafá,
que toma té con sus secuaces, será llamado por un sirviente y pensará que la
noticia de la muerte Ahmed le llegará en próximos minutos, sonríe disimuladamente.
Atravesará
el campamento con paso triunfal. Mirará con desprecio a los curanderos traídos del
sur de África, por la mano de Morayma, le repugnan sus sayos blancos y los
adornos rojos. Un guardia abre la tienda y al dar un paso dentro queda
petrificado.
Ahmed
está sentado en su silla majestuosa y lo mira con fijeza. Mustafá no puede
creer que siga con vida, se arrodilla ante él y trata de balbucear algo, pero
Ahmed golpea su bastón de mando en el piso y le señala la salida. Mustafá entiende
que –sin palabras- está todo dicho: Se le perdona la vida, pero no volverá a
ver a los suyos, no gozará de favores, riqueza, estatus ni familia. La noticia
de su traición está siendo regada por doquier. Nadie lo albergará.
Tamara
y Morayma están abrazadas, la pesadilla terminó.
El
humor de Ahmed es una mezcla de sentimientos encontrados. Poder abrazar a su
mujer, ver nacer a su hijo son hechos felices, sentir la traición y pérdida de
un hermano lo llena de amargura, la posibilidad de su muerte a manos de un
familiar le genera un dolor infinito.
Decide
que debe centrarse en la dicha y paz de su familia y de su tribu. Sonreirá a
Morayma que lo mira con amor.
DOCE
Simone
llega a Fez después de un largo viaje por el desierto, el oasis de palmeras datileras,
bosques y paisajes diferentes.
Recuerda
que el año anterior, en Nepal, un monje budista, con su tambor tibetano, le ayudó
a limpiar su interior y abrió la posibilidad de un nuevo ciclo. Aquel día –frente
a los montes Himalaya- había llorado intensamente, con la profundidad de un niño frente a un milagro.
Ahora
ve esta apertura frente a sí. Hay una energía que se venía generando en su
interior y que Francis ha logrado entreabrir a punta de ternura.
Muchas
situaciones irán cambiando a partir de ahora, Francis le da seguridad con su
amor, lo que antes evitaba ahora le resulta atractivo. No será, fácil pero, es
posible.
Hay
un nuevo sentido en su vida y la paz llega de manera diferente. El desierto le develo identidad.
Foto tomada en Marruecos, músicos de Sudáfrica, 2014 |
********
FIN********
Mónica Ivulich,
Marruecos 2014
(Fotos propias)
(Fotos propias)
Mónica Ivulich. ¡Cuánto placer leer esta historia de largo aliento! Está muy bien narrada. Muchas gracias por la oferta de lectura. Abrazo fraterno y solidario.
ResponderEliminarGracias Norma, mas que una opinion, lo tuyo es un espaldarazo. Un abrazo enorme y respetuoso.
EliminarBuenos Días! Qué gusto leerte y recorrer contigo caminos exóticos y llenos de aventura. Nada mejor que dos cuentos recién salidos del horno, para acompañar la soledad de mi café y comenzar el día repleta de sentimientos vivos y satisfechos después del viaje. Espero verte pronto en New York, inshalá...
ResponderEliminarGracias amiga!! un placer contar con tu opinión, Inshala!
EliminarHermosos tus cuentos! Seguramente hay que conocer de esta cultura distinta a la nuestra para poder escribirlos...Felicitaciones Monica y! Gracias por compartir! Muy bonitos !!!
ResponderEliminarMarta Rosa Brignolo
Un extraordinario recorrido por paisajes y situaciones que siempre se nos hacen salidos de un cuento de las mil y una noches. Ha dido un placer leerte. Mis saludos cordiales
ResponderEliminarMuy amable Adelfa, me alagas! Muchas gracias...
EliminarVaya viaje imaginativo que me he dado con tus cuentos...placida recorriendo mi Marruecos querido, con esos nombres tan conocidos...visualizo camellos, palmeras... vientos con sal y arena...voy en ese harem...a encontrar a maktoub (mi destino)....que igual que suenos..ha sido anunciado...dia..ciudad...en un istante he vuelto a la realidad ..se ha corridor mi velo....Hermoso Monica...me gusto tus cuentos ...sabes hay una palabra arabe que significa memorias...te gustara...Hayati. (cuentos, memorias) felicidades.
ResponderEliminarGracias Valeria, un abrazo!
EliminarVictor Hugo Vidal : Excelentes relatos muy bien intercalados entre si, demostrando lo interesante de la cultura árabe en general. Felicitaciones.
ResponderEliminarQué maravilla de lectura, atrapaste a destajo mi desayuno dominical, esto sí es empezar el domingo de relax. un día soleado, un café con leche, unas galletas argentinas y tu hermoso y apasionante cuento. Gracias, por este pequeño regalo de placer...
ResponderEliminarGracias Liliana, no habia visto este comentario hasta hoy, pero nunca es tarde!!! un abrazo
EliminarPreciosa historia y un bello modo de narrarla. Me has hecho regresar a esos exóticos parajes que visité hace unos años. Felicidades, Monica.
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