Tu
voz era la música de mis poemas
Tus cabellos
de hierba la almohada
de mi
canción a la luna y estrellas
Tu
sonrisa, la bahía amplia, blanca
donde
planeaba mi amor en libertad
Tus
ojos tiernos, que miraban lejos,
era donde
se reflejaban mis lágrimas,
flores
de momentos compartidos
Manos
como soles de madrugada
Nuestras
soledades abrazadas
Se
turnaban para deslizarse al mar.
Hoy
se ahogaron las ilusiones
Volviste
a ser roca de invierno
resistiendo
las olas del olvido.
Mónica Ivulich, d.r. 2014
Imagen de la red.
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