Hay días
de correr, como el de hoy. No son días malos,
al contrario: muy buenos, prolegómenos de otro día mejor. Es que España me espera con brazos abiertos y mucho amor, tanto que
emociona. Primero Barce de mis amores y luego Madrid a presentar mi libro con
una de esas amigas de internet que se hacen cercanas y queridas.
Entonces,
hay que terminar valija, trabajo en ordenador/PC, dejar todo lo limpio… (que
feo volver y tener cosas sucias), lavar las sábanas y demás ropa usada, cumplir
con la familia… y volar a poner cara de persona que publicó un libro… se supone
que inteligente, digo… Organizar la partida mañana temprano hacia el
aeropuerto, que será con toda la familia y deben desayunar, vestirse y hacer
todo ultrarrápido para que yo no pierda mi avión… Y… ¿puse mis remedios??? ¿llevo…?
¿Imprimí el.. y los…? ¿Dejé todo bien con el Banco? ¿El cargador de la cámara? Etc.…
Imagen de la red |
Todas las
dudas llegan al mismo momento y no se sabe cuál contestar primero… entonces la
persona que menos uno quiere dañar hace un comentario que una descalifica, para
cinco minutos después enterarse que no se puede ser así de cretina y pusilánime…
bueno no es para tanto, pero así se siente una, que no pudo ser la mejor
persona como una hubiera querido. Y pide perdón… esperando una de esas
respuestas secas casi despectivas… cuando, en cambio, llega un “te amo” que
entibia la tarde y desarma la locura en ciernes de un día de estrés antes de
partir.
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