Te apoderas de mis suspiros en
tu dulce respiración
Despiertas sentidos ocultos con
tu piel de terciopelo
Turbas mis palabras sorbiéndolas
en tus labios de miel
Toda duda y tormenta te llevas en
tu suave mano azul
Te apoderas de mi alma con tu
caricia de chocolate
Déspota de sueños y desvelos en
tu ilusión insomne
No hay milímetro de mi
existencia que no me reclames
No hay instante en mi mente
donde tú no te instales
Abro mis compuertas al tornado
de tu presencia etérea
Mi piel arrasada por ti,
tsunami, se calma de ausencias
Un Paraíso se abate y otro se
alza en tus manos sublimes
Cuando llega el alba nos
encontramos al orillo del sol
arrastrando vestigios de luna
en las uñas del único amor
tú el cielo, yo tierra y nuestro
sentir el blanco horizonte.
Es cuando giramos el corazón al
mundo y nos adentramos
en el manantial de intimidad
mutua deseando recomenzar,
fibra a fibra nos ceñimos y abarcamos
en el infinito añil
poro a poro, como briznas,
rodamos por el espacio astral
Encontrarnos fue un albur difícil
de explicar y entender.
Amarnos es un destino que no
podemos creer ni negar…
Dame tu mano como cada noche,
mi alma va en la mía.
Mónica Ivulich, d.r. 2014, Chantilly
Tomada desde el tren, de España a Italia. |
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