-¡Desayuno servido!- Escuché
al envolverme en una toalla…
Con el pelo goteando
y la sonrisa iluminada
me asomé al dormitorio.
Tu torso amado y
desnudo
lucía una flor en el centro.
Me sonrojé y te abracé.
Elixir del cielo fue el desayuno.
Mientras, en la mesita,
Se enfriaban tostadas y té.
Mónica Ivulich(derechos reservados)
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