domingo, 9 de junio de 2013

ULTIMO VIAJE A INDIA

Tienda en Jaipur



Tierra de verdades y arquetipos
de silencios tangibles, satisfechos,
de mantras característicos…
con múltiples matices, esencias,
sabores insólitos y peculiares                               
 para paladares tan exóticos,
y  saris brillantes enmarcando
el ritmo de las caderas.

Vientecillo, casi permanente,
con olor a polvo y a ceniza
que, muchas veces, cerca de ríos,
viene mezclado al  humo denso
de cuerpos recién incinerados…
Es cuando se escucha trompeta
anunciando a ritual crematorio,
para que el alma no vuelva
y las impurezas se disgreguen.
Ríos oscuros con poder, supuesto,                        
Rio Ganges
de expiar a los vivos y los muertos.
Allí llegan a refrescarse y purificarse
vacas sagradas - domesticadas,
gente domesticada – sagrada.

Meditación, recordando lo supremo,
por sanyasis, gurúes y hombres santos,
algunos de sayos otros de cenizas,
sus seguidores, mansos y sonrientes,
repitiendo palabras de arcaica lengua,
girando rosarios interminables,
sonriendo a la vida y a los turistas         
sonriendo a dioses complacientes
arrastrando el poco hambre
que se les ha permitido tener.
.
Tanta pobreza y riqueza, tanto de tanto…             
Jaipur
Especias que: antes y todavía
buscan los pálidos de Occidente.
Oro, plata, marfil, bronce, madera,
telas variadas, tapices… hallaron
a multitud de hábiles mercaderes.

Mendigos que no piden
más que pasar el karma;
turistas de mil lenguas
acallando conciencia con dádivas.
Niños de mirada clara y profunda,
mujeres de belleza sutil en los rostros
hombres con dulzura y  amabilidad…
todos con movimiento lateral de cabezas.  
Mausoleo



Un país magnífico, espejo espiritual:
lo que no te gusta es lo que temes.
La belleza oriental de un pueblo,
por doquier rodeado de grandeza
con Patty y Paula en Jodhapur
pasada y –a veces- pesada,
violada, adulterada, imitada…
Queda en templos, museos y castillos,
aquella nobleza que los identifica.

Mi último viaje a las Indias…
también mi primero a Nepal.
¡Solemnes los montes Himalaya!
imponen respeto y admiración.

Una aventura con amigas entusiastas,
un viaje de sorpresas y experiencias,
con descubrimientos existenciales,
con magníficos y serenos panoramas,                                      
Himalaya
lagos y montañas; monos, elefantes;
triciclos y camellos para transportarse,
polvo y mármol, mil religiones;
escaparates desbordantes de mil colores
con alfombras, baratijas, estatuas,
 y gente que quiere lo que tiene.

Subir, escalar, admirar, degustar, ver
cada día un espectáculo singular.
Refugiados tibetanos enhebran recuerdos
en collares y pulseras, para comer,
sin país ni  documentos, sin identidad o pasado:
el título de ‘refugiados’, su marca ancestral.                              
niño budista tibetano en Nepal

Nos miran curiosos los niños budistas
que, con saris tibetanos, juegan al balón
no por ganar, solo por amor al juego,
y sonríen saludando al ver los turistas.

Cada día un recuerdo de otro andar
quizás de alguna vida pasada
o, tal vez, de sueños por soñar…

NOTA: fotografias de
Paula Deborah Herrera y Patricia Elena Juárez Hernández

4 comentarios:

  1. Un escrito hermoso, que narras la vida y costumbres de un pais, donde la meditaciòn y libertad de conciencia, del desprendimiento de la materia por la existencia, hace gala, y es publica en comerciales ya que se ha hecho promiscua la busqueda del yo... la belleza que hay, la hay, pero tambien señalas la pobreza y la falta de voz de un pueblo que olvido la miseria porque le abunda la pobreza. Me encanto, bello Monica, un abrazo.

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  2. Bello e interesante, cada viaje a cualquier punto de la tierra llena de gratificación y nos añade sabiduría y comprensión por el otro, gracias Mónica por compartirnos tus valiosas experiencias, es una forma de viajar contigo. Saludos.

    Eugenia Castaño B.

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  3. me parecio exquisito... sencillo, narrativo y sobre todo hecho con amor. Sos Imparable amiga. TQM
    Marta Rodriguez

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  4. Recorrido por la espina dorsal de India desde la sensibilidad de un viaje donde el espíritu y el cuerpo se fundieron.

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