domingo, 20 de junio de 2010

20 años no son nada?

¿Que veinte años no son nada?
Cuando llegue a NY y alguien me decía… “Hace como 20 años que estoy aquí”
Yo pensaba que era una eternidad inalcanzable… pero me querían convencer de que no era tanto, decían: “20 años no es nada” y reían. Los veía como a los que ‘están de vuelta’... y algunos se volvieron, otros aceptaron que ya no podían volver a ser los que fueron, ni volver al país donde crecieron...
Solo en la canción y para fines románticos: 20 años no es nada.
En veinte años se puede perder un país y encontrar otro. No es tan simple como se dice. Perder un país implica familia, amistades, calles recorridas, amores y todo a lo que uno se acostumbro por una cantidad enorme de días, tardes, paseos, abrazos, miradas encontradas…
Encontrar otro país significa adaptarse a diferentes costumbres, idiomas, gente, moneda, formas de saludar, de vestir, de relacionarse.
¿Que veinte años no son nada?
En esos años uno puede cambiar hasta el acento y la forma en que se habla, se viste, se piensa, se ama.
Se puede perder o tener hijos. Se puede perder los padres o los mayores incluso los contemporáneos.
En veinte años se puede hacer una carrera o cambiar la que se tiene.
Se puede reconciliar con enemigos y tener más enemigos.
Se puede hacer cientos de nuevos amigos.
Aprender a vivir, a ser feliz, a dar gracias por cada día y por cada cosa que uno obtiene.
En veinte años se puede empezar a conocerse uno mismo y terminar conociendo a los demás. Amándolos como a uno mismo.
Veinte años son suficientes, a veces, para perder el miedo a la vejez y valorarla como un periodo de paz, de poner todo en orden y dejar las cuentas claras, un periodo de libertad donde uno no necesita juzgar nada ni nadie, donde es mejor ver las cosas buenas que las malas.
Veinte años es mucho para soñar con hacer cosas que el cuerpo no soporta. Se pierden esperanzas a la vez que se pierde interés en algunas ideas o sueños que no tienen validez o posibilidad.
Que veinte años no es nada… Pues déjenme decir que en veinte años me hice abuela de 6 bellezas, y hoy sostengo a mi última nieta que cumple 20 días el mismo día que yo cumplo 20 años de estar en este país. Una coincidencia solamente. Pero hermosa coincidencia pues 20 es un número que marca cosas. Juventud o, duplicado, es índice de crecimiento, un periodo de crisis y renovación.
Estoy feliz de darme cuenta de mis etapas y de mis logros, de mis faltas y mi logro por llegar. Puedo verlo con distancia puedo verlo que es lo mas importante.
Veinte años puede sentirse como algo lejano, más no lo es para mí. Ayer baje del avión y abrasé a mi primo. Ayer mi miedo fue tenaz, mi dolor por lo que deje fue como campanas negras en mi pecho aunque hoy son campanillas de alegría, no puedo negar lo que pase antes de llegar a esto.
Ayer… comprobé que cada ciudad tiene su olor. Un olor diferente al de la ciudad que deje. Y puedo reconocer olores de otras ciudades en otros países. Diferentes, sin pretender comparar.
Ayer no entendía ni una palabra en el lenguaje de la ciudad nueva. Hoy disfruto el sonido de un idioma que se hizo familiar.
Tantas cosas cambiaron en mí en estos 20 años.
Desde la forma de hablar, de comer, de pensar hasta la forma de amar y conocer a Dios.
20 años son dignos de festejarse. Y lo festejo en mi corazón. Dicen que uno es lo que festeja… pues esos 20 años me re-hicieron mi personalidad, mis limites y mis posibilidades. Se cambiaron los personajes de mi historia, los componentes de mi familia, las metas de mi vida.
Agradezco cada día de mi vida y cada uno de los 20 años que llevo en el pecho, en la barriga y en la cabeza.
¡Gracias! a ti, que formas parte de mi historia de estos últimos 20 y de los próximos…

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