domingo, 20 de junio de 2010

ANECDOTAS intercambio en Taller Literario LAIA

Habia un tiempo primaveral en Nueva York y nos reunimos con alegria en las oficinas de LAIA para tener otra session de Taller Literario con la escritora/periodista/poetize y amiga Linda Morales Caballero. Nos habia dado la tarea de escribir una anecdota de nuestra vida y la leeriamos ese dia. Eran ejercicios muy simpaticos. Despues de la lectura nos dio un sobre donde colocamos el trabajo, ella le agrego una nota a cada sobre y los intercambio, leimos: "Agrégale lo que creas conveniente, complétala para que sea un relato o cuento corto, adaptala a tu estilo aclara lo que creas conveniente inventándolo.
Un abrazo,
Linda

(Esta fue los que linda nos dio de tarea, me divertí mucho adaptando -pues no vi nada para corregir-lo que Diego Vargas escribió, lo hice con mucho respeto por dos razones:
1- Diego es un amigo y un poeta increíble, 
2- era la primera vez que Diego escribía en prosa y lo hizo excelente.
Este trabajo se publico en Antología LAIA I, por lo que no creo que Diego Vargas tenga inconveniente en que lo publique aquí, verdad Diego? )

ANÉCDOTA
De Diego Vargas

Estaba parado frente a ella, a la entrada de un edificio que habíamos escogido para celebrar nuestro primer “hasta luego”. Recuerdo que la luz débil de una bombilla iluminaba lo que estaba apunto de ocurrir. Era el perfecto instante para el beso. Para ese beso primero, preadamico y profano, esperado pero inesperado, ese beso cleptómano que sorprende y somete a la muchacha que exprime el trapo blanco de la pubertad y al niño que descubre el lubricante que por primera vez brota desde el alma.
Días antes me había enterado por una de sus amigas que ella también quería el beso y aunque siempre fingió no estar interesada hacia todo lo posible para indicarme que solo fingía. Cuando inclinó su mirada a la nada del suelo sentí que el momento llegaba. Con mi mano temblorosa levante su rostro hacia el m
ío, la miré y me fijé en el espacio que separaban sus cejas. Era evidente su deseo; un tic de su labio inferior la delató, una sonrisa nerviosa le desvistió las ganas. Tomé impulso desde el lugar mas joven de mi ser y acerqué mi rostro impaciente.
Una brisa tibia de chicle yerbabuena, un silencio joven, la noche imponiéndonos toda su fuerza. Ella soltó una carcajada y mi boca choc
ó contra el frío metal de sus frenillos.

ANECDOTA 2
Ex De Diego Vargas

Me miraba como si fuera la primera vez que me veía, parados frente a la entrada de aquel edificio donde nos diríamos las primeras palabras tiernas y el primer “te veo luego”
La luz era débil, cómplice de acontecimientos venideros. Internamente, la tensión aumentaba.
Se adivinaba el beso con el que me consagraría como Eva.
El estaba casi paralizado, no podía hablar y como me gustaba su forma de decir las cosas. Lo escuchaba hablar con sus amigos, a la salida de la escuela o del cine… siempre tenia poesías en sus labios y en sus ojos.
Ahora, en el momento de la acción se quedaba mudo, me seguía mirando con ojos de poesía y temblaban sus manos húmedas.
Quería ayudarlo pero no debía adelantarme, sino darle su lugar, además mi serenidad me dejaría disfrutar el momento culminante.
Mis amigas habían tramado el encuentro y esperaban ansiosas mi relato. Recordé sus comentarios mordaces y la risa me lleg
ó desde el estomago. Fingí, baje la cabeza.
El entendió que era una señal de ahora o nunca y me levant
ó el rostro con su mano que temblaba como un pajarito con frío. Creo que no se animaba y a mi la risa me subía y me bajaba…
A
é l le temblaban mas las manos, y a mi los labios, las razones eran distintas, pero con igual nerviosismo.
Vi su pudor cuando, tomando impulso, acer
sus labios a mi mejilla, cayó la noche sobre nosotros con aroma mentolado del chicle, con silencio del que envuelve y sus labios llegando a mis labios cuando mi risa brotó en carcajada y el se dió la boca contra el acero de mis frenillos.

Ahí estaba su expresión mas sorprendida, aquella que mis amigas predijeron y esperaban les confirme.

Pasarían los años y me seguiría preguntando: ¿que hubiera pasado si mis frenillos hubieran desaparecido de pronto? ¿Qu
é comentaría el con sus amigos? ¿Escribiría la anécdota para presentarla en un Taller literario?

Hoy mis hijos ríen de la historia y yo recuerdo su rostro de sorpresa como el de un amigo al que me enlaza un secreto, aquel misterioso instante de la noche y la risa a través del tiempo y la distancia...

Mónica Ivulich - 2008

4 comentarios:

  1. Es muy tierno, pero sin ser azucarado. Dulzura gusta, almíbar empalaga.

    Lo que yo he leído, me ha gustado.

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  2. Lleno de ternura la primera anécdota, con un final con sabor a metal, en la segunda anécdota, persiste la ternura y el sabor a metal, pero mantiene la esperanza de reencuentro, encantadoras las dos versiones.

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  3. Yo me diverti mucho poniendo la pizca de maldad y la complicidad femenina, gracias por vuetro comentarios.

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