domingo, 20 de junio de 2010

Encuentro en el Taj Mahal

INDIA – Visitando Taj Mahal
Octubre 2003

Un noveno viaje a India, esta vez de silencio y de mucha meditación. Para dar broche de oro a mi viaje, visito el edificio más mentado en India.
El Taj Mahal es un edificio fastuoso y simple a la vez... bello como ninguno, es en realidad un templo o monumento al amor... creo que es lo más parecido a la perfección arquitectónica que he visto... El mármol parece bordado por ángeles. Creo que casi todos saben que está dedicado a la esposa de un rey quien lo hizo construir luego que ella muriera.
  Fabricado enteramente en mármol. Desde el interior, si uno está desde el amanecer hasta el atardecer, se ve que la luz se filtra dando diferente luminosidad al recinto. A la mañana es dorado, al mediodía blanco y a al atardecer naranja.
Me entretuve en los alrededores mirando los ríos en los alrededores, las montañas a lo lejos, el cielo con sus pájaros y las flores, la gente que vive cerca. Está ubicado en un cerro y se puede ver bastante a lo lejos, al frente: el fuerte de Agra -donde vivió y murió su dueño- es un testigo impasible de la belleza, romanticismo y tragedia del lugar...

Me cansé y necesitaba sentarme un poco, aunque supuse -mientras caminaba hacia la salida- que no iba a encontrar un asiento en los alrededores, pero, sorpresivamente, lo hallé, había un único banco a la vera del camino y, para mi maravilla: bajo un árbol que le daba sombra... ahí nomás, como esperándome.
Tenía unos minutos antes del que el bus me dejara, me sentaría brevemente a descansar y a respirar el aire tibio.
En ese momento noté que había una pareja de dos extranjeros en el asiento, leyendo, eran rubios, como americanos o ingleses. Mientras me sentaba, ella levantó la cabeza del libro y me dijo: -"you look so nite and fresh." (Luce fresca y límpida)
Entendí que se refería a mi atuendo blanco, dije: -Thanks- y, normalmente, ahí hubiera terminado mi conversación, sobre todo por mi cansancio, mi apatía natural y el apuro por el horario del bus. Pero, por una vez, me surgió la Mónica simpática y pregunté de dónde venían: Where are you from?
Dijo : -"We live in Malaysia but originally from Peru."
Yo: -Oh! Perú... hablemos español entonces, soy de Argentina
Ella: - ¿Argentina?... (el esposo miró, sonrió y se concentró nuevamente en su libro) _ Nosotros vivimos 10 años en Argentina y mis 3 hijos son de ahí... (Pausa, dije algo y siguió) - Tengo 2 varones y 1 mujer, locos por el dulce de leche, pero, cada uno vive en un país diferente...-suspiró.
Yo: (sorprendida y divertida)- como los míos, yo también... 2 varones y 1 mujer y, también, dispersos...
Ella: -"Así pasa... solo que mi hijo murió a los 27 años..."
Casi me caigo de la sorpresa. Dije: - “la misma edad que tenía Alex al fallecer, hace dos meses- el esposo me miró brevemente- y también murió lejos de casa, también sorpresivamente. - y seguimos hablando en esa tónica llena de coincidencias.
Se me hacía tarde cuando me contaba que la hija se estaba por casar y quería un hijo (igual que la mía), me despedí con premura y ella, a modo de despedida, me manifestó: -"ahora tenemos que ver las generaciones futuras, ¿verdad?"
Asentí y me despedí entre apurada y un poco confundida. El esposo levantó la vista y, creo que por primera vez, me miró con una sonrisa muy dulce. No nos dijimos los nombres ni nada…
Corrí hacia la parada del autobús sonriéndoles y haciendo gesto con la mano. Después de unos metros me volví y ya no los vi, no estaban en el banco y creo que tampoco estaba el banco que, mágicamente, encontré allí.
Hay quien me sugirió que eran ángeles. No sé quiénes eran, pero me reconfortaron mucho. Hacía tan poco de la muerte de mi hijo Alex y no había hablado con nadie de lo sucedido, por raro que parezca, supuse que ella sabía todo.
Hasta ahora –muchos años después- los recuerdo.
Y aún tengo presente el mensaje... "ahora tenemos que ver las generaciones futuras" es algo que debo descifrar en algún momento.
Como en la película, 'Lo que el viento se llevó...': Lo pensaré luego, mañana será otro día.
Lo cierto es que Taj Majal es un lugar único y la belleza es de una finura que deja sin aliento, allí lo mágico y lo real, el amor y la muerte… se dan la mano.
Los viajes son menos sabrosos si no hay algo fantástico, algo para develar, pues no viajan solamente los cuerpos, nuestras almas también se alimentan, se asombran y alimentan en diferentes lugares. En los viajes nos reencontramos y sanamos partes de nuestro ser.
Volviendo a casa nos llevamos en nuestro equipaje mucho más de lo que trajimos y de lo que podamos comprar.


Mónica Ivulich
derechos reservados (foto de la red)

4 comentarios:

  1. vaya y ahora conoces a otro peruano, coincidencias o señales.

    ResponderEliminar
  2. Apasionante relato, Mónica. Creo yo también que esos dos seres con los que te encontraste, eran espíritus de luz y que ese encuentro fue algo bueno para tí. Cariños.

    ResponderEliminar