INDIA – Visitando Taj Mahal
Octubre 2003
Un noveno viaje a India, esta vez
de silencio y de mucha meditación. Para dar broche de oro a mi viaje, visito el
edificio más mentado en India.
El Taj Mahal es un edificio
fastuoso y simple a la vez... bello como ninguno, es en realidad un templo o
monumento al amor... creo que es lo más parecido a la perfección arquitectónica
que he visto... El mármol parece bordado por ángeles. Creo que casi todos saben
que está dedicado a la esposa de un rey quien lo hizo construir luego que ella
muriera.
Fabricado enteramente en mármol. Desde el interior, si uno está desde el
amanecer hasta el atardecer, se ve que la luz se filtra dando diferente
luminosidad al recinto. A la mañana es dorado, al mediodía blanco y a al
atardecer naranja.
Me entretuve en los alrededores
mirando los ríos en los alrededores, las montañas a lo lejos, el cielo con sus
pájaros y las flores, la gente que vive cerca. Está ubicado en un cerro y se
puede ver bastante a lo lejos, al frente: el fuerte de Agra -donde vivió y
murió su dueño- es un testigo impasible de la belleza, romanticismo y tragedia
del lugar...
Me cansé y necesitaba sentarme un
poco, aunque supuse -mientras caminaba hacia la salida- que no iba a encontrar
un asiento en los alrededores, pero, sorpresivamente, lo hallé, había un único
banco a la vera del camino y, para mi maravilla: bajo un árbol que le daba
sombra... ahí nomás, como esperándome.
Tenía unos minutos antes del que
el bus me dejara, me sentaría brevemente a descansar y a respirar el aire
tibio.
En ese momento noté que había una
pareja de dos extranjeros en el asiento, leyendo, eran rubios, como americanos
o ingleses. Mientras me sentaba, ella levantó la cabeza del libro y me dijo:
-"you look so nite and fresh." (Luce fresca y límpida)
Entendí que se refería a mi
atuendo blanco, dije: -Thanks- y, normalmente, ahí hubiera terminado mi
conversación, sobre todo por mi cansancio, mi apatía natural y el apuro por el
horario del bus. Pero, por una vez, me surgió la Mónica simpática y pregunté de
dónde venían: Where are you from?
Dijo :
-"We live in Malaysia but originally from Peru."
Yo: -Oh! Perú... hablemos español
entonces, soy de Argentina
Ella: - ¿Argentina?... (el esposo
miró, sonrió y se concentró nuevamente en su libro) _ Nosotros vivimos 10 años
en Argentina y mis 3 hijos son de ahí... (Pausa, dije algo y siguió) - Tengo 2
varones y 1 mujer, locos por el dulce de leche, pero, cada uno vive en un país
diferente...-suspiró.
Yo: (sorprendida y divertida)-
como los míos, yo también... 2 varones y 1 mujer y, también, dispersos...
Ella: -"Así pasa... solo que
mi hijo murió a los 27 años..."
Casi me caigo de la sorpresa. Dije:
- “la misma edad que tenía Alex al fallecer, hace dos meses- el esposo me miró
brevemente- y también murió lejos de casa, también sorpresivamente. - y
seguimos hablando en esa tónica llena de coincidencias.
Se me hacía tarde cuando me
contaba que la hija se estaba por casar y quería un hijo (igual que la mía), me
despedí con premura y ella, a modo de despedida, me manifestó: -"ahora
tenemos que ver las generaciones futuras, ¿verdad?"
Asentí y me despedí entre apurada
y un poco confundida. El esposo levantó la vista y, creo que por primera vez,
me miró con una sonrisa muy dulce. No nos dijimos los nombres ni nada…
Corrí hacia la parada del autobús
sonriéndoles y haciendo gesto con la mano. Después de unos metros me volví y ya
no los vi, no estaban en el banco y creo que tampoco estaba el banco que,
mágicamente, encontré allí.
Hay quien me sugirió que eran
ángeles. No sé quiénes eran, pero me reconfortaron mucho. Hacía tan poco de la
muerte de mi hijo Alex y no había hablado con nadie de lo sucedido, por raro
que parezca, supuse que ella sabía todo.
Hasta ahora –muchos años después-
los recuerdo.
Y aún tengo presente el
mensaje... "ahora tenemos que ver las generaciones futuras" es algo
que debo descifrar en algún momento.
Como en la película, 'Lo que el
viento se llevó...': Lo pensaré luego, mañana será otro día.
Lo cierto es que Taj Majal es un
lugar único y la belleza es de una finura que deja sin aliento, allí lo mágico
y lo real, el amor y la muerte… se dan la mano.
Los viajes son menos sabrosos si
no hay algo fantástico, algo para develar, pues no viajan solamente los
cuerpos, nuestras almas también se alimentan, se asombran y alimentan en
diferentes lugares. En los viajes nos reencontramos y sanamos partes de nuestro
ser.
Volviendo a casa nos llevamos en
nuestro equipaje mucho más de lo que trajimos y de lo que podamos comprar.
Mónica Ivulich
derechos reservados (foto de la red)
vaya y ahora conoces a otro peruano, coincidencias o señales.
ResponderEliminar;)
ResponderEliminarApasionante relato, Mónica. Creo yo también que esos dos seres con los que te encontraste, eran espíritus de luz y que ese encuentro fue algo bueno para tí. Cariños.
ResponderEliminargracias Ada
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